A veces pensamos que para sentirnos mejor es necesario hacer grandes esfuerzos o cambios radicales. ¡Pero no siempre es así! Muchas veces, con pequeños ajustes en tu día a día puedes notar cambios enormes en cómo te sientes.

Cambiar el tipo de aceite que usas para cocinar, añadir una pieza de fruta más a tu día o beber un poco más de agua pueden hacer que tu cuerpo te lo agradezca mucho más de lo que imaginas.

Comemos porque somos como coches eléctricos con antojo de combustible gourmet. Nuestro cuerpo quiere baterías cargadas con frutas, verduras y proteínas, pero de vez en cuando también pide una pizza maratón o un helado para recargar el alma.

A veces el hambre es real, otras simplemente es el cerebro buscando su “snack de felicidad” mientras la serie está demasiado buena como para parpadear. Lo clave está en el equilibrio: darle amor a nuestro cuerpo con comida nutritiva, y pequeñas fiestas gourmet para que ni el estómago ni el corazón se sientan abandonados. ¡Comer sano sin perder la diversión es el verdadero secreto!