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Jabones: De la promesa a la realidad

"Entre espumas y ceramidas"
Dicen que el cuerpo es el templo... y si es así, ¡merece una buena restauración con burbujas nutritivas y sin grietas en la fachada! Con la piel madura, ya no estamos para cualquier cosa que haga “espuma loca” y te deje más tirante que chisme de vecina.

¿Qué pasa con el cuerpo cuando madura?
• Se reseca más fácil que conversación con tu ex.
• Le cuesta retener la hidratación como antes.
• Tiende a picar, enrojecerse o rebelarse cual adolescente con nostalgia.

Y ese manto ácido protector… a veces anda de vacaciones.
¿La solución? Jabones y geles que abracen, no que arrastren.
Nada de sulfatos rebeldes que te dejan la piel como papel crepé. Aquí queremos textura cremosa, hidratación profunda y aromas suaves (o ninguno, porque la fragancia no siempre es tu amiga a esta edad).

.- Ingredientes que sí son VIP en esta telenovela dermo-corporal:
.- Glicerina: Básica. Como el primer amor: sencilla, efectiva, siempre vuelve.
.- Ceramidas: Reparan como albañil experto la barrera de tu piel.
.- Avena coloidal: Calma, alivia, hace que te quieras abrazar.
.- Aceites (jojoba, coco, almendra): Nutren sin hacerte sentir como croqueta.
.- Manteca de karité: El equivalente a dormir en sábanas de satén.

Modo de uso digno de spa casero:
Agua tibia, no sauna. El agua caliente es rica, pero roba lípidos como ladrón nocturno.
Aplica el gel o jabón cremoso con manos o esponja suave (nada de estropajos medievales).
Enjuaga sin prisa, pero sin dramatismo.
Seca a golpecitos, como si tuvieras tiempo y dignidad (ambos se merecen cuidado).
Finaliza con una loción o aceite corporal mientras la piel aún está húmeda. ¡Sella ese amor!

❌ Evita:
Jabones antibacteriales para guerra química.
Fragancias fuertes (¿para qué quieres oler a bosque si tu piel llora por avena?).
Exfoliaciones diarias tipo lija industrial.
Exfoliaciones una vez a la semana ¡Suficiente!

Jabones: De la promesa a la realidad
"Jabón natural," "con glicerina," "artesano"... ¡qué bonito suena! Pero a medida que la piel madura, muchos de estos jabones se llevan por delante más que la suciedad: arrastran la hidratación que tu piel ya no produce con la misma facilidad.
El resultado es una sensación de tirantez y una sequedad que nada tiene que ver con la limpieza. Elige jabones suaves, con aceites, mantecas o un alto contenido de glicerina para que el ritual de limpieza sea un abrazo para tu piel, no una bofetada.
Así, evitas que tu crema hidratante te pida matrimonio para salvar la situación.


Pro-tip final: Si tienes tiempo, convierte tu baño en ritual: velita, playlist suave y un gel que te haga sentir como Cleopatra, pero versión 2025.

Si sigues estas normas no acabaras con gritos dramáticos tipo:
– “¡No puede ser... este gel tenía sulfatos y yo lo amaba!
– “Mi avena se acabó… ¿y ahora quién podrá defenderme?”

**Aunque todo es cuestion de gustos y preferencias. Esto es lo que yo hago, bueno excepto lo del baño, eso lo puse para quien prefiera el relax bañeril yo soy mas de ducha

Jabones “naturales”: el cuento de hadas que acaba en piel de lagarto

O ese momento épico cuando te pones a masticar y tu boca parece una orquesta desafinada:
“¡Crack! ¡Crunch! ¿Eso fue un diente o un huesito de pollo?”

Y no hablemos del hilo dental... que parece más bien un deporte de riesgo:
"¿Será hoy el día que logro pasar el hilo sin que se me queden atrapados los dientes como en una trampa para ratones?"

La saliva que ya no ayuda, y tu lengua se queda preguntando:
"¿Sabes qué? Creo que el café ahora sabe a... tierra mojada. ¡Gracias, edad!" 

Pero oye, con un buen cepillado, visitas al dentista y cuidándote, la cosa se aguanta y sigues sonriendo (aunque sea con sonrisa de mapache por el desgaste del esmalte). 

Así que, ¡ánimo! Que tener dientes quejumbrosos es casi un club exclusivo, y estamos dentro, ¡y con estilo!

Dientes en la tercera edad: soluciones con chispa

1. Cepillado ninja 
No, no es para pelear con los malos, sino para esquivar los rincones imposibles de la boca. Usa un cepillo de cerdas suaves y haz movimientos suaves, como si estuvieras acariciando un gatito dormilón. Nada de frotar como si quisieras borrar un graffiti, que el esmalte se siente y se queja. Yo soy fan de cepillo electrico con sensor de sensibilidad para no borrar graffitis

2. Hilo dental con estilo 
Si te da miedo el hilo, imagina que es una cuerda de guitarra y que tú eres el rockstar que la domina sin despeinarse. Pasa el hilo con calma y si se atasca, no tires como si fuera un cable eléctrico: mejor pide ayuda o cambia de técnica. ¡Sin drama!. Yo tengo retenedor en la parte de abajo y uso hilo especial para ello ademas de palillos super finos de farmacia

3. Visitas al dentista = cita VIP
Piensa en la consulta como tu momento “spa” dental. Llegas con tu mejor sonrisa (o la que tengas) y sales con recomendaciones y trucos que ni en Netflix. Y si te dan esos aparatitos o protectores, tómatelo como un accesorio fashion que sólo los verdaderos cracks pueden llevar. Una amiga me dijo una vez prefiero el ginecologo al dentista, si visitas habitualmente al dentista prefiero abrir la boca que las piernas. No se tu...

4. Dieta que enamora al diente 

Claro, no todo es ensalada. Pero si quieres que tus dientes aguanten la fiesta más tiempo, evita los ataques de azúcar en modo ‘fiesta loca’ y dale más besos a frutas, verduras y agua. Y ojo con las bebidas ácidas: no es que los dientes quieran irse de vacaciones, pero el ácido les pone una fiesta que no les gusta.

5. La saliva, tu mejor amiga traicionera 🤫
Sí, la saliva baja, pero no la olvides. Mastica chicles sin azúcar (sí, esos que parecen caramelos de la infancia) para que ella se ponga las pilas y te ayude a mantener la boca fresca y limpia. Eso sí, cuidado con pasarte, no es para que te conviertas en un robot mascando chicle todo el día. Yo prefiero caramelos pero es cuestion de gustos

6. Reemplazos con actitud 
Si algún diente decidió hacer vacaciones permanentes, no te preocupes: prótesis, dentaduras o implantes están ahí para salvar el show. ¡Y hay opciones tan cómodas y naturales que hasta tu perro pensará que tienes dientes de verdad! (O bueno, eso esperamos…)

Así que ya sabes, cuidar los dientes en la tercera edad no tiene que ser aburrido ni dramático. Con estos trucos y un poco de humor, tus dientes seguirán siendo los protagonistas de tu sonrisa... aunque tengan un poco más de experiencia que antes.​ Y si has sido lista y los cuidaste toda tu vida la recompensa esta servida.

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