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Egipto lo debe todo al barro

Vale la pena jubilarse en Egipto
Turismo en Egipto

Egipto es un país que deslumbra y desconcierta al mismo tiempo. Con una historia milenaria y una cultura vibrante, es un destino que deja huella, pero también plantea desafíos que no se pueden ignorar.
Lo bueno
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Historia única: Pirámides, templos de Karnak y Lúxor, el Valle de los Reyes y el Museo Egipcio convierten al país en un museo al aire libre.
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El Nilo: Un viaje en crucero por sus aguas muestra la vida rural y la magia que lo convirtió en el corazón de una civilización.
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Paisajes diversos: Desde los arrecifes del Mar Rojo hasta el surrealismo del Desierto Blanco, Egipto sorprende más allá de las ruinas.
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Gente y hospitalidad: Los egipcios son cálidos y acogedores; el té compartido es casi una invitación obligada.
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Gastronomía: El koshari, el ful medames o los kebabs ofrecen un festín de sabores sencillos y auténticos.
Lo malo
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Desigualdad económica: Los contrastes entre pobreza extrema y lujo turístico son muy visibles.
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Contaminación y caos urbano: El Cairo impresiona, pero su tráfico y suciedad pueden ser agobiantes.
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Burocracia y corrupción: Trámites lentos y “baksheesh” (propinas) casi institucionalizadas forman parte del día a día.
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Acoso callejero: Especialmente hacia mujeres, es un problema real que puede incomodar a los visitantes.
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Turismo masivo: Aunque esencial para la economía, a veces resta autenticidad y afecta la conservación de monumentos.
En resumen: Egipto es un destino de contrastes: majestuoso y caótico, acogedor y desafiante. Viajar allí significa abrirse a una experiencia intensa, que mezcla lo mejor de la historia con las realidades de un país en transformación.
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