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CHARLAS SIN FILTRO
Tibet
El día que conquisté el Tíbet
Mi sueño de los 61… y todas las anécdotas que no salen en las guías.
A veces los sueños pesan más que los temores. Y yo llevaba años dándole vueltas al Tíbet como quien mira un postre prohibido. ¿Y si el mal de altura? ¿Y si no puedo? ¿Y si me quedo sin aire a la primera cuesta? Bueno… a los 61 ya está una para pocas tonterías: o iba ahora o me arrepentía para siempre.
Así que me preparé como si fuera a escalar el Everest yo sola (por suerte no era el plan). Gimnasio, natación, caminatas y un mantra diario: «Tú puedes, mujer». Y, entre sustos, risas y controles sospechosos, acabé tocando el techo del mundo.
China: donde empieza el show
Aterrizo dos días antes para habituarme a la altura… y la altura bien, pero la aduana casi me manda de vuelta. Al policía le pareció rarísimo que una mujer viajara sola al Tíbet. Resultado: yo, mi maletita—obra maestra del Tetris—abierta de par en par, un cacheo, revisión del móvil y cara de “¿pero qué he hecho yo?”.
Cuando supieron que era una agencia china la que me preparo la excursion, todo cambió les di el telefono del agente (afortunadamente lo cogio). Me soltaron, despues de 2 horas sin explicaciones y me quedé recogiendo mis cosas con una mala leche que ni el jet lag me aguantaba.
Intenté comprar una SIM… pero no. “Hoy no toca”. Y todo dicho sin que levantaran la vista del móvil, con un traductor que funcionaba peor que yo sin café. En fin: bienvenida a China.
Más controles, más historias
Al día siguiente, mi mochila pasó tres veces por el escáner porque llevaba una alarma de mano a pila. La alarma les encantó… tanto que se la quedaron. Y yo, otra vez a la oficina a verificar permisos. Empezaba a pensar que nunca pisaría Tíbet.
Lhasa: empieza la paz (y la sorpresa)
Llegué por fin al hotel y aquello era otro mundo: calma, sonrisas, decoración tibetana que te abraza. Salí a pasear por el río y acabé invitada a un pub tibetano por un señor adorable que llamó a su esposa, me dieron de comer y luego me acompañaron al río para que encontrara mi hotel.
Primeras notas del pueblo tibetano: amables, curiosos, educados… y con una felicidad que contagia.
Old Town: entre olores, historias y vida real
Contraté un guía para recorrer la Old Town. Me enseñó zonas donde los turistas no llegan: casas con baños comunales, mercados locales… Interesantísimo, pero vivirlo yo no podría. Mi olfato se negó rotundamente.
El grupo, la ruta y el mal de altura
Nos juntamos 15 aventureros de medio mundo: Bangladesh, Malasia, Taiwán, EE. UU., Argentina, España… y dos tibetanos como guía y conductor.
Antes de ir hacia Shigatse visitamos el Potala Palace, el monasterio de Sera y talleres de incienso y escritura tibetana.
Y entonces llegó el mal de altura: dolores de cabeza, botellas de oxígeno, gente mareada… Andar costaba como correr un sprint aunque fueras despacio. A mí solo me afectó el primer día, pero con agua y descanso me adapté bien.
Cada día subíamos más. Frío seco, viento que te despeina el alma, un cielo sin nubes y una luz brutal como verano a -12 °C. El lago Yamdrok… qué decir. Más azul que el cielo. Ahora entiendo por qué es sagrado.
Everest: mi sueño hecho realidad
Y allí estaba: el Everest frente a mí. No importa cuántas fotos veas, verlo tú… es otra cosa. Se me encogió todo, menos el orgullo.
No pudimos dormir en el campamento base porque hizo -21 °C, pero pude verlo al atardecer y al amanecer. Suficiente para tachar este sueño que llevaba años esperándome.
El techo del mundo. Mi pequeño desafío cumplido. Y otra pirámide más en mi lista vital.
Viajé sola, pero nunca estuve sola. A veces el miedo es solo un aviso de que lo que vas a hacer importa.
Y sí: me temblaron las piernas, me revisaron hasta el alma, ademas me quede sin alarma de mano… pero volví con algo mejor que todo eso: la certeza de que aún tengo sueños por cumplir y que la edad no es excusa, es impulso.
El Tíbet me enseñó que la vida sigue siendo grande. Y yo también.







!["¡OFICIALMENTE EN EL EBC! Lo logramos. A [Menciona la altitud: $5364\text{ m}$ o $5200\text{ m}$], con el Everest vigilando sobre nosotros. No es la cumbre, pero se siente como tal. Este lugar es un imán de sueños, sacrificio y respeto puro por la naturaleza. La caminata/viaje ha valido cada metro. Próxima parada... ¡la ducha caliente! 😉 #EverestBaseCamp #EBC #Chomolungma #LogroDeAltura #Himalaya"](https://static.wixstatic.com/media/90c14a_44837cf0a71e44ceb76ac84d6ae44599~mv2.webp/v1/fit/w_921,h_518,q_90,enc_avif,quality_auto/90c14a_44837cf0a71e44ceb76ac84d6ae44599~mv2.webp)

