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Cambios en el cabello con la edad

A medida que envejecemos, nuestro cabello experimenta cambios naturales, no muy diferentes a los que ocurren en otras partes del cuerpo. Es común notar que el pelo en la tercera edad pierde algunas de sus características de juventud, como el brillo y la densidad. Aquí te cuento por qué sucede esto y qué puedes hacer al respecto.

Por qué cambia el cabello
El principal cambio que notamos es la aparición de las canas, que se debe a la disminución de la producción de melanina, el pigmento que da color al cabello. Además de las canas, el cabello puede volverse más fino, lo que se conoce como pérdida de densidad. Esto es porque los folículos pilosos, que son las estructuras de donde crece el cabello, se encogen con el tiempo y producen cabellos más delgados. También es normal que la producción de sebo, el aceite natural que mantiene el pelo hidratado, disminuya, lo que puede dejar el cabello más seco y menos brillante.

En resumen, los cambios más comunes son:

Pérdida de densidad: El cabello se vuelve más fino y en menor cantidad.

Pérdida de brillo: La disminución de sebo lo deja más seco y opaco.

Aparición de canas: La falta de melanina lo vuelve blanco o gris.

Textura: El cabello puede volverse más áspero y quebradizo.

Cambios en el cabello con la edad
A medida que envejecemos, nuestro cabello experimenta cambios naturales, no muy diferentes a los que ocurren en otras partes del cuerpo. Es común notar que el pelo en la tercera edad pierde algunas de sus características de juventud, como el brillo y la densidad. Aquí te cuento por qué sucede esto y qué puedes hacer al respecto.

Por qué cambia el cabello
El principal cambio que notamos es la aparición de las canas, que se debe a la disminución de la producción de melanina, el pigmento que da color al cabello. Además de las canas, el cabello puede volverse más fino, lo que se conoce como pérdida de densidad. Esto es porque los folículos pilosos, que son las estructuras de donde crece el cabello, se encogen con el tiempo y producen cabellos más delgados. También es normal que la producción de sebo, el aceite natural que mantiene el pelo hidratado, disminuya, lo que puede dejar el cabello más seco y menos brillante.

En resumen, los cambios más comunes son:

1.-Pérdida de densidad: El cabello se vuelve más fino y en menor cantidad.
2.-Pérdida de brillo: La disminución de sebo lo deja más seco y opaco.
3.-Aparición de canas: La falta de melanina lo vuelve blanco o gris.
4.-Textura: El cabello puede volverse más áspero y quebradizo.

Cómo cuidar el cabello maduro
Aunque estos cambios son naturales, hay muchas maneras de trabajar con ellos y mantener un cabello sano y con buen aspecto.

1. Nutrición e hidratación
El cabello seco necesita un cuidado extra. Usa champús y acondicionadores hidratantes diseñados para cabellos secos o maduros. Busca productos que contengan ingredientes como aceites (argán, coco, jojoba) o mantecas (karité) para sellar la humedad.

2. Cuidado al peinar y secar
El cabello fino es más susceptible a romperse. Opta por cepillos con cerdas suaves y evita peinar el cabello cuando esté muy mojado. Al secarlo, da pequeños toques con una toalla en lugar de frotarlo con fuerza. Si usas secador, mantén una temperatura baja y usa un protector térmico.

3. Corte de pelo adecuado
Un buen corte puede hacer maravillas. Un estilo que aporte volumen, como un corte bob en capas o un pixie, puede ayudar a que el cabello fino se vea más denso. Habla con tu estilista para encontrar un corte que se adapte a tu tipo de cabello y forma de cara.

4. Dieta y salud general
Una dieta rica en proteínas, hierro, zinc y vitaminas (especialmente la B y D) es fundamental para la salud del cabello. Si crees que tu dieta puede no ser suficiente, consulta con un médico sobre la posibilidad de tomar suplementos. Además, una buena hidratación, bebiendo suficiente agua, también ayuda a mantener el cabello sano.

Cuidar el cabello en la tercera edad es cuestión de adaptar tu rutina y productos a sus nuevas necesidades. Con los cuidados adecuados, puedes mantener tu pelo con un aspecto saludable y vital.

Mi pelo: rebelde, rizado y con más dignidad que yo los lunes

Mira, mi pelo y yo tenemos un pacto. Él me respeta, yo le dejo vivir. No me da guerra, no le doy calor. Y así vamos por la vida: naturales, orgullosos y con volumen sin pedir permiso.

Tengo la suerte de tener mucho pelo —no como esos dramas de “me lo cepillé y me quedé calva”—, el mío es grueso, rizado, con presencia. Lo lavo con jabón natural sólido de aloe, porque si algo va en mi cabeza, mejor que sea algo digno, no esa espuma radioactiva de anuncios que promete milagros y deja el pelo como una esponja vieja.

El acondicionador, con inteligencia. Nada de embadurnar la raíz como si fuera mayonesa en bocadillo, no. Solo en las puntas y mitad de melena, con amor y distancia, como una relación sana. En invierno, lo lavo tres veces por semana. En verano, más seguido, porque claro… ¿has probado no mojarte la cabeza con 35 grados a la sombra? ¡No se puede! Y los días sin lavado, le doy su dosis de acondicionador, como quien dice: “Hoy no te baño, pero no te dejo seco”.

Excepciones aplican: playa, piscina, gym... Esos días mi pelo necesita terapia. Pero tenerlo seco (de estructura, no de actitud) es una ventaja. Ni se pega a la cara, ni se aplasta, ni se pone a llorar con la humedad.

Secador, planchas... eso en mi casa son leyendas urbanas. Solo los uso si hace tanto frío que siento que tengo estalactitas en la nuca. Y hasta ahí.

Peluquería: dos veces al año, ni una más. Corte estratégico y mechas blancas. ¿Por moda? ¡No! Para confundirlas con las canas, y así ir ganando la batalla al paso del tiempo con un "¿esto es mecha o sabiduría capilar?"

Ah, y los domingos —día de limpieza general y penitencia doméstica— le doy a mi pelo su momento spa. Un poquito de aceite de jojoba o almendras, lo mimo, lo tapo con un gorrito y lo dejo empaparse de hidratación mientras yo friego el baño. Equilibrio, amigas.

Y cuando voy a la piscina, primero lo humedezco, luego lo engraso con aceite de jojoba o almendras y por último lo gorreo (sí, y no me lo acabo de inventar). Todo por la causa: que mis mechas no parezcan paja mojada con cloro.

Tratamientos
Productos específicos

Como ya sabes, el cabello maduro se vuelve más fino y seco, por lo que es vital usar productos que compensen estos cambios. Busca productos diseñados para "cabello maduro" o con propiedades "anti-envejecimiento". Estos suelen contener ingredientes clave que ayudan a restaurar lo que se ha perdido.

Ingredientes clave: Busca champús, acondicionadores y mascarillas que contengan colágeno, que ayuda a mejorar la elasticidad y dar cuerpo; biotina, que fortalece y combate el afinamiento; y aceite de argán o macadamia, que nutren e hidratan en profundidad, aportando brillo.

Tratamientos intensivos: Una vez a la semana, puedes usar una mascarilla capilar o un tratamiento profundo. Esto proporciona una dosis extra de nutrición e hidratación que es esencial para evitar que el cabello se vuelva quebradizo y sin vida.

Champús especiales para canas: Si te gustan tus canas, usa un champú violeta una o dos veces por semana. Estos productos evitan que el cabello blanco o gris adquiera un tono amarillento y lo mantienen brillante y vibrante.

Más allá de la rutina de lavado
El cuidado del cabello no se limita solo a los productos que usas. Tu estilo de vida y la forma en que lo manejas diariamente también juegan un papel crucial.

Masaje del cuero cabelludo: Dedica unos minutos al día a masajear suavemente tu cuero cabelludo con las yemas de los dedos. Esto aumenta la circulación sanguínea, estimulando los folículos pilosos y promoviendo un crecimiento sano.

Cortes estratégicos: Un buen corte puede marcar la diferencia. Los cortes en capas, como un bob en capas o un pixie texturizado, añaden volumen y movimiento, haciendo que el cabello fino se vea más denso. Pídele consejo a tu estilista para encontrar un corte que te favorezca.

Considera suplementos: Una dieta equilibrada es la base, pero a veces no es suficiente. Habla con tu médico sobre la posibilidad de tomar suplementos de biotina, zinc o hierro. Estos minerales y vitaminas son fundamentales para la salud del cabello y su deficiencia puede contribuir a la caída y el adelgazamiento.

Protección contra el calor: El cabello maduro es más frágil. Limita el uso de secadores, planchas y rizadores. Si tienes que usarlos, aplica siempre un protector térmico. También, evita el agua muy caliente al lavar, ya que reseca el cuero cabelludo y el cabello.

Si adaptas tu rutina de cuidado y consideras estos consejos adicionales, verás una gran mejora en la salud y apariencia de tu cabello.

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