Más Allá de la Manicura:
Por Qué las Uñas Cambian con la Edad

A medida que envejecemos, las uñas experimentan cambios significativos que las hacen diferentes de cómo eran en la juventud. En general, se debilitan y se vuelven más propensas a problemas, aunque este debilitamiento no siempre se traduce en que sean más blandas. A menudo, se vuelven quebradizas, secas y gruesas al mismo tiempo.

Estos son los cambios más comunes que se observan en las uñas de las personas mayores:

Se vuelven más gruesas y duras (especialmente en los pies)
Con el tiempo, las uñas, especialmente las de los pies, tienden a engrosarse y a endurecerse. Esto se debe a que la velocidad de crecimiento disminuye y la renovación celular es más lenta. En algunos casos, este engrosamiento puede volverse extremo y curvarse, una condición llamada onicogrifosis, que puede causar dolor al caminar y dificultad para cortarlas.

Se vuelven más frágiles y quebradizas
Aunque puedan ser más duras, las uñas también se vuelven quebradizas y se parten fácilmente. La razón principal es la deshidratación y la pérdida de elasticidad. La producción de aceites naturales y la circulación sanguínea disminuyen, lo que deja a las uñas más secas y propensas a romperse o a que las capas se separen. Es común ver líneas verticales (estrías) que recorren la uña.

Otros cambios y problemas comunes
Crecimiento más lento: Las uñas crecen mucho más despacio con la edad.

Cambio de color: Es normal que adquieran un tono más opaco, amarillento o grisáceo. Esto puede ser un cambio natural, pero también puede ser un signo de una infección por hongos (onicomicosis), que es muy común en la tercera edad.

Problemas de salud: Las uñas también pueden reflejar problemas de salud subyacentes. La mala circulación, la diabetes o las deficiencias nutricionales (como la falta de hierro o vitaminas) pueden agravar su condición y causar problemas como uñas encarnadas o cambios de forma y color.

En resumen, las uñas en la tercera edad no se mantienen igual. Se vuelven más complejas de cuidar porque pueden ser a la vez duras, gruesas y frágiles. Lo más importante es mantener una buena higiene, hidratarlas regularmente y, si se observan cambios drásticos o dolor, consultar a un podólogo o dermatólogo para descartar problemas de salud.

🌸 El drama de la manicura: ¡una tragedia con olor a esmalte!

Mira, me encantan las manicuras... para verlas. Sí, esas manos perfectamente pulidas, con uñas brillantes como vitrales de catedral, me fascinan. Pero ¡que no se les ocurra acercarse a las mías con esas herramientas de tortura disfrazadas de belleza!

El masaje en las manos, eso sí, bendito sea. Que me soben los deditos todo lo que quieran, que ahí sí entro en un spa mental. Pero a la que me sacan la lima, ya estoy vigilante. Y como empiecen a cuchichear “vamos a empujar la cutícula”, ¡ERROR! ¿Qué cutícula? Si apenas tengo piel por ahí. No hace falta despellejarme como si estuvieran pelando una mandarina.

Y luego... el gran final: el esmalte. Esa sensación de “me están asfixiando las uñas” me persigue como trauma. ¿Respiran las uñas? Pues no lo sé, pero las mías gritan auxilio cada vez que ven una capa de esmalte venir. Y ni me hablen de capas protectoras, que después veo uñas amarillas como si hubieran fumado dos paquetes al día. ¡Qué horror!

Yo, fiel a mi bloque para dar brillo y mi cremita de manos. Sencilla, natural, y sin uñas en modo semáforo. Que vivan las uñas libres, brillantes y sin capas de barniz asfixiante.

Tratamientos y trucos
Cuidar las uñas en la tercera edad

Cuidar las uñas en la vejez es esencial para prevenir problemas y mantenerlas en buen estado. Más allá de la limpieza básica, existen tratamientos y hábitos específicos que pueden marcar una gran diferencia.

1. Nutrición e hidratación
La deshidratación es una de las principales causas de las uñas frágiles y quebradizas.

Hidratación diaria: Después de lavarte las manos o los pies, aplica una crema hidratante específica para manos y uñas, o un aceite para cutículas. Masajear las uñas y la piel alrededor ayuda a mantener la flexibilidad y a prevenir las grietas. Busca productos con ingredientes como la vitamina E, el aceite de jojoba o la manteca de karité.

Dieta: Una dieta rica en nutrientes es fundamental. Asegúrate de consumir suficientes proteínas y vitaminas. La biotina, el hierro y el zinc son especialmente importantes para el crecimiento y la fuerza de las uñas. Si tu médico lo recomienda, los suplementos pueden ser una buena opción.

2. Cuidado al cortar y limar
La forma en que manejas tus uñas es crucial para evitar daños.

Corte correcto: Corta las uñas en línea recta para evitar que se encarnen. Si son muy duras y difíciles de cortar, hazlo después de la ducha o de un baño de pies, cuando estén más blandas.

Limado suave: Usa una lima de grano fino y lima en una sola dirección, de un lado hacia el centro. Evita movimientos de vaivén, ya que pueden provocar que las uñas se partan.

3. Cuidado profesional
A veces, el cuidado en casa no es suficiente, especialmente si tienes problemas de visión o movilidad que dificultan el mantenimiento.

Visita al podólogo: Un podólogo es un especialista en el cuidado de los pies y las uñas. Puede tratar el engrosamiento, las uñas encarnadas o las infecciones por hongos de manera segura y eficaz. Es una excelente opción si las uñas se vuelven muy gruesas y difíciles de cortar.

Consulta al dermatólogo: Si notas un cambio de color, manchas o cualquier síntoma de infección, un dermatólogo puede diagnosticar y recetar el tratamiento adecuado. El color amarillento, por ejemplo, puede ser un signo de onicomicosis (hongo), que requiere un tratamiento específico.

En resumen, el cuidado de las uñas en la tercera edad se centra en la hidratación, la prevención de daños y, cuando sea necesario, la búsqueda de ayuda profesional. Con una rutina adecuada, es posible mantenerlas sanas y fuertes.