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Las cejas y el paso del tiempo:
Del exceso de pinza al laminado de moda

Las cejas son como esa amiga que siempre tiene memoria: todo lo que les hagas, lo guardan. Y con los años, entre genética, hormonas y nuestras propias “genialidades” con la pinza, terminan pasando factura.

Por qué las cejas se vuelven más finas (y por qué a ellos les crecen más)

Cada pelo sigue un ciclo de vida con tres fases: crecimiento, transición y reposo. El problema es que, cuando depilamos en exceso, el folículo se debilita. Si le insistes durante años, puede que deje de producir pelo o que lo haga más fino y enclenque. Así, poco a poco, las cejas pierden densidad.

¿Y ellos? Pues las hormonas. Los andrógenos (testosterona y compañía) hacen que su vello facial y corporal crezca más rápido y grueso. De ahí que ellos puedan presumir de cejas frondosas mientras nosotras lidiamos con huecos estratégicos.

Cómo evitar ser “calva de cejas”
Depila con moderación: Deja que crezcan al menos 6-8 semanas antes de meterles mano.
Cuida la piel: La zona de la ceja también necesita hidratación y vitaminas (B y E especialmente).
Chequea hormonas y estrés: Sí, también influyen en la caída.

Trucos caseros que funcionan (y no cuestan un riñón)
• Masaje y cepillado: Estimulan la circulación y nutren el folículo.
• Aceites naturales: El de ricino es el clásico para cejas más densas; coco y oliva también ayudan.
• Cejas bonitas, aunque sean “pintadas”
• Si tus cejas no dan más de sí, el maquillaje siempre está ahí para echarte una mano:
• Lápiz para rellenar huecos.
• Polvos o pomada para un acabado más suave.
• Gel fijador para que no parezcan alas despeinadas.

El truco de oro: no dibujes una línea dura como si fueran hechas con regla. Usa trazos cortos y difumina. Recuerda: las cejas son hermanas, no gemelas.

Tratamientos en auge: de la pinza al quirófano light
El mundo de las cejas evoluciona más rápido que las modas de TikTok:

Laminado de cejas: El efecto “despeinadas pero peinadas” que dura 4-8 semanas. Pros: volumen y densidad. Contras: si tienes cuatro pelos, poco se puede laminar.

Microblading y sombreado: Semipermanentes. Perfectos para rellenar o simular maquillaje diario. Eso sí, son invasivos y requieren un buen profesional (nadie quiere acabar con “cejas de rotulador”).

Tinte y henna: La opción express y económica. Dan color y definición sin dolor, pero duran poco y hay que retocar cada mes.

En resumen: tus cejas no tienen por qué sufrir el trauma de los 90 (esas líneas finísimas que parecían dibujadas con boli). Entre cuidados básicos, trucos caseros y tratamientos modernos, siempre hay manera de mantenerlas con vida… y con dignidad.
Al final, las cejas son como la memoria de Facebook: te recuerdan todos los errores del pasado. La diferencia es que, con un buen aceite y un poco de maquillaje, todavía puedes editar la historia.

Moraleja: no te obsesiones con la simetría ni con la moda del momento. Porque sí, las cejas se llevan gruesas, despeinadas o tatuadas… pero lo importante es que, cuando alguien te mire, no se pregunte si llevas cejas o una calcomanía mal puesta.”

Mis cejas y su historia

Mis cejas, el campo de batalla más delicado desde la guerra de Troya. Vamos a ver: tengo dos cejas. Naturales, sin maquillar, con carácter, con historia… y con más altibajos que mi dieta entre semana. Hasta aquí, todo bien. Pero claro, basta con quitar UN solo pelo mal elegido para que se me forme un hueco más grande que mi fe en las cremas milagrosas. Así que ahora las trato como si fueran un jardín zen japonés: mucha calma, nada de improvisar, y pinzas solo bajo supervisión divina. ¿Mi último intento de mejora? El rodillo de agujas. Sí, lo mismo que uso para la cara, la papada y probablemente para algún trauma emocional… ahora también va para mis cejas. Porque he leído (y cuando leo, actúo sin freno) que estimula el folículo y puede ayudar al crecimiento. ¿Ciencia? No lo sé. ¿Fe? Toda. ¿Un poco de dolorcito sádico al pasarlo sobre el hueso de la ceja? También. Es como decirle al pelo: “¡Vamos, tú puedes! ¡No te rindas ahora! ¡Vuelve! ”De momento no sé si van a crecer más pelos o si mis cejas simplemente están desarrollando resiliencia. Pero me miro al espejo, veo esas dos pequeñas y frágiles franjas de dignidad, y pienso: “os lo estáis currando, chicas.”Eso sí: si algún día me paso de presión y me aparezco con cejas-patchwork, haré lo que cualquier adulta responsable haría: ¡me lo pintarrajeo encima y lo niego todo!

#CejasConHistoria#RodilloDeFe#UnPeloMenosYEntroEnCrisis#BellezaConPeligro

🖋️ Manifiesto por unas Cejas Libres y Valientes
O cómo aprendí a respetar dos franjas de vello que podrían arruinarme el día

Nosotras, mujeres de cejas reales, imperfectas y profundamente temperamentales, alzamos nuestras pinzas (con moderación) y declaramos:

Que nuestras cejas no son iguales. Ni lo serán.
Y si lo fueran, pareceríamos personajes animados sin alma. Así que no, gracias. Viva la asimetría sexy.

Que un solo pelo mal arrancado puede llevarnos al abismo estético.
Un agujero que tarda 40 días en cerrar y 2 segundos en provocar un “¿qué me he hecho?”.

Que no somos víctimas del microblading, pero tampoco mártires del pincel diario.
Aquí hay libertad: pelo natural, huecos estratégicos y decisiones que se toman frente al espejo con miedo… y valor.

Que pasarse un rodillo de agujas por la ceja en busca de nuevos brotes es un acto de fe.
Casi místico. Como plantar orquídeas en el desierto. Pero lo hacemos, porque la esperanza es lo último que se depila.

Que nuestras cejas tienen memoria emocional.
Se acuerdan de aquella vez que las depilamos finísimas en 2002. Y no nos lo han perdonado. Ni lo harán.

Que si hace falta, nos pintamos encima. Y negamos el pasado.
Como adultas funcionales. Como artistas del camuflaje. Como auténticas supervivientes de la estética.

Y por último, que nuestras cejas son parte de nuestra identidad rebelde.
No siguen reglas. No buscan aprobación. Son nuestras y punto. Si se equivocan, las perdonamos. Si se despeinan, las celebramos.

🪞💫 Este manifiesto va por ti, ceja valiente. Por aguantar nuestras locuras, nuestras modas, nuestras noches de pinzas nerviosas y nuestros experimentos con rodillos punzantes.

Larga vida a la ceja libre.
Que crezca lo que tenga que crecer.
Y que el hueco se tape si hace falta, ¡pero con dignidad!

Manual exprés para tener cejas

1.-Déjalas tranquilas: Tus cejas no son bonsáis. Si las podaste en exceso en los 2000, mala suerte, cariño. Eso ya no vuelve. Déjalas crecer como malas hierbas y reza al dios del folículo.

2.-El kit de emergencia: Lápiz, polvos, pomada… vamos, lo que sea que te haga parecer que tienes cejas sin que la gente se pregunte si te escapaste de una foto del 2003.

3.-No busques simetría: Las cejas no son gemelas, son primas lejanas que se ven en Navidad. Si una te sale distinta a la otra, pues ya está, tienes “personalidad”.

4.-Aceites mágicos: Sí, puedes probar con ricino, coco o lo que quieras. ¿Funcionan? A veces. ¿Te dejan pringosa como una croqueta mal escurrida? Siempre.

5.-Tratamientos top: Laminado, microblading, henna… o sea, pagar para que alguien haga con tus cejas lo que tú no tienes paciencia de hacer. Spoiler: duele o escuece, pero te levantas con cara de “me desperté así”.

6.-Lo masculino duele: Mientras tú te gastas una pasta en sérums para que crezca un pelo, tu hermano/padre/cuñado anda por ahí con dos orugas peludas y felices en la frente. Sí, es injusto, y no, no hay explicación que te consuele.

Conclusión: Haz lo que quieras con tus cejas, pero recuerda: nadie te mira tanto como tú misma en el espejo. Relájate. Y si un día te las pintas mal y pareces sorprendida de por vida… oye, por lo menos tendrás una expresión coherente con este mundo.

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